La devoción a San José es algo habitual en los católicos. No solo por su constante situación mediadora ante Dios Nuestro Señor, sino por la cercanía que tuvo a María y Jesús; era esposo de Nuestra Madre, y el padre putativo del Redentor. Por ello, los católicos de forma general no han dejado de tributarle devoción, bien a través del misterio navideño del Belén (en Nacimiento), bien a través del misterio de la Sagrada Familia , etc…
Será con la encendida devoción de Santa Teresa de Jesús cuando San José pase a provocar la devoción de los católicos hacia su santidad. Ya no es un santo más en el Belén, ni en un retablo. Ya es un santo que por sí solo es capaz de hacer arder el corazón de sus devotos.
San José, en la doble iconografía que le muestra con el Niño Dios en los brazos, o en actitud itinerante (y con el Redentor cogido a su mano), se convertirá en centro de devociones, y ya en el siglo XIX encontrará la proverbial dedicación de laicos y órdenes religiosa que lo llevarán a ser declarado Patrono de la Iglesia Católica. En los años veinte del siglo XX recibiría el patronato sobre la Buena Muerte y ya en 1955 sería acogido por los artesanos y obreros como su Patrón.
Toda esta sintetizada historia ha hecho que al Patriarca San José se le venere a través de Pías Uniones, Asociaciones Josefinas y Hermandades de gloria que lo tienen como Titular, si bien es cierto que también existen Hermandades penitenciales que lo han acogido como Cotitular.
Nuestra Hermandad posee excelentes relaciones con algunas de ellas. La totalidad de las Corporaciones de las que esta Junta de Gobierno conoce su existencia, son las que se exponen a continuación:
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